sábado, 15 de enero de 2011

Saliendo a flote (saliendo?)

Evangelio según San Marcos 2,13-17.

Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía allí, y él les enseñaba. Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían. Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: "¿Por qué come con publicanos y pecadores?". Jesús, que había oído, les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia
Confesiones, X, 27

«Se levantó y lo siguió»


¡Tarde te amé, oh Hermosura siempre antigua y siempre nueva, tarde te amé! He aquí que vos estabas dentro de mí y yo fuera de mí mismo. Te buscaba afuera, me precipitaba, deforme como era, sobre las cosas hermosas de tu creación. Vos estabas conmigo, pero yo no estaba con vos; estaba retenido lejos tuyo a través de esas cosas que no existirían si no estuvieran en vos. Has clamado, y tu grito ha quebrantado mi sordera; has brillado, y tu resplandor ha curado mi ceguera; has exhalado tu perfume, lo he aspirado, y ahora te anhelo a Vos. Te he gustado, y ahora tengo hambre y sed de vos; me has tocado, y ardo en deseo de la paz que Vos das.

Cuando todo mi ser esté unido a Vos, ya no habrá para mí dolor ni fatiga. Entonces mi vida, llena de vos, será la verdadera vida. Al que llenas, lo aligeras; ahora, puesto que todavía no estoy lleno de vos, soy un peso para mí mismo... ¡Señor, ten piedad de mí! Mis malas tristezas, luchan contra mis buenos gozos; ¿saldré victorioso de esta lucha? ¡Ten piedad de mí, Señor! ¡Soy tan pobre! Aquí tienes mis heridas, no te las escondo. Tú eres el médico, yo soy el enfermo. Tú eres la misma misericordia, yo soy miseria.

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